Friday 17 October 2014

Sobre la Distinción Analítico/Sintética y la Circularidad de la Justificación

El Austroliberal, Birmingham 18 de Octubre de 2014, por Jorge A. Soler Sanz.

En Two dogmas of Empiricism Quine parte de la idea de que el empirismo moderno ha sido condicionado en parte por dos grandes dogmas que para él están mal fundados. El primero de estos dogmas consiste en asumir que existe una clara distinción entre lo analítico y lo sintético en el sentido de enunciados que son verdaderos al margen de la experiencia, los primeros,  y enunciados que lo son sobre la base de lo observable en el mundo, los segundos. El segundo dogma es pensar que todo enunciado significativo lo es  sobre la base de constructos lógicos que se refieren de forma inmediata a la experiencia (reduccionismo).[i] En lo que atañe a esta discusión, sólo nos ocuparemos del primero de estos "dogmas" dejando el segundo para una ulterior elucidación.


Como el empirismo siempre ha mantenido que todo tipo de conocimiento se basa en la experiencia, esta afirmación debe de incluir el conocimiento que tenemos de las verdades matemáticas. Siguiendo a Carnap, personalmente creemos que los racionalistas han tenido razón a la hora de rechazar el viejo empirismo de que 2 + 2 = 4 es una verdad contingente que depende de la observación de los hechos observables. Esto nos lleva a la idea de que una verdad aritmética pueda ser refutada mañana si descubrimos nuevos datos que la contradigan. Esto no es así. Las verdades de la lógica y las matemáticas no necesitan de confirmación por medio de las observaciones porque no dicen nada del mundo. Una verdad analítica siempre será cierta de forma independiente a lo observado en el mundo, y todas las verdades necesarias (y todas las verdades a priori) son analíticas. Y aquí resulta que la analiticidad es necesaria para explicar la idea de "necesidad" pero no la de sinonimia, que se explica por convención.[ii] [iii] [iv]

En este artículo pretendemos criticar la noción de circularidad en Quine en lo que a la definición de analiticidad se refiere. Según este autor, la distinción analítico-sintética es circular porque, en última instancia, la noción misma depende de la idea de sinonimia, que para Quine requiere de clarificación. La mayor parte del trabajo de Quine se centra en mostrar cómo la definición de sinonimia depende de la noción de analiticidad y necesidad, y ello obliga a regresar recursivamente a la noción de sinonimia en sí. Pero veamos lo que dice el propio Quine al respecto. Según éste los enunciados analíticos del tipo

(1) Ningún hombre no casado es un hombre casado.

sólo pueden sustituirse por enunciados del tipo

(2) Ningún soltero está casado

recurriendo a la sinonimia, es decir, sustituyendo sinónimos por sinónimos. De esta manera, el enunciado (1) puede transformarse en el enunciado (2) si sustituimos "hombre no casado" por "soltero." Quine prosigue en esta línea preguntándose cómo llega uno a la conclusión de que los solteros son hombres no casados. ¿De quién depende definir esto así y en qué momento se hizo? En palabras de Quine:

¿Tenemos que apelar aquí al primer diccionario que tengamos y mano y aceptar la definición del lexicógrafo como ley? No cabe duda de que esto sería como poner el carro delante de los bueyes. El lexicógrafo es un científico empírico cuya función consiste en la recolección de hechos pasados; y si éste define "soltero" como "hombre no casado" es por la creencia de que se da una relación de sinonimia entre tales formas de forma implícita o en función de los usos preferidos anterior a su propio trabajo. La noción de sinonimia que aquí se presupone aún tiene que ser clarificada, de forma presumible en términos que la relacionen con el comportamiento lingüístico. No cabe duda de que la "definición" de la que depende el informe del lexicógrafo sobre la sinonimia observada no puede tomarse como justificación de la sinonimia.[v]

La objeción que se puede dar a un argumento como este es la siguiente. Sólo alguien que fuera sumamente ignorante trataría si quiera de verificar un enunciado analítico verdadero por recurso a la experiencia. A alguien se le podría ocurrir en verdad diseñar algún tipo de encuesta para poder determinar si los solteros que viven en su entorno son hombres casados o no casados. En caso de que no pudiera encontrar a ninguno que así lo fuera, quizás podríamos decir que llegó a determinar la verdad de un enunciado analítico a posteriori. Pero la pregunta que deberíamos realizar aquí es ¿cómo llegó a identificar este a los solteros en primer lugar para realizar su encuesta sin hacer referencia alguna a su estado marital? Es decir, que para poder realizar esta encuesta, no puede ser de otra forma, el investigador que así actuara necesita tener una noción de soltería sin atributos, y si ello es así, resulta que no podrá identificar por la calle a soltero alguno para realizar su encuesta, pues no sabría de antemano qué características habrían estos de tener.

La mejor manera de explicar este marco epistemológico es mediante la siguiente tabla que señala las distintas formas que tenemos de aprender cosas sobre el mundo propuesta por Kant.

Tabla 1

A posteriori
A priori
Analítico
A
B
Sintético
C
D

Según Kant los enunciados del tipo A son contradictorios y, por ello, sólo discute los otros tres, es decir, B, C y D. Este absurdo ya ha sido puesto en evidencia en el ejemplo anterior donde nuestro científico social trata de aprender a posteriori el sentido de y alcance epistemológico de los enunciados de tipo analítico. Aquí huelga de decir que esto es así por la forma que tiene el hombre de aprender el lenguaje. Es la prescripción, aunque le pese a Quine, la que nos dicta aquí que la palabra "perro" debe entenderse de tal forma que pueda ser traducida por la palabra "dog" en inglés. Estas palabras las aprendemos a partir de la experiencia, pero el enunciado "perro = perro" es un enunciado analítico. Y esto nos lleva a los enunciados del tipo B, que vienen definidos por ejemplos del tipo ya mencionados, es decir, "los solteros son hombres no casados," o "las vírgenes son mujeres que nunca realizaron el acto sexual." Estas verdades analíticas a priori son necesariamente verdaderas una vez nos damos cuenta del significado de estás palabras, pues negarlas implica una auto-contradicción. Quizás convenga recordar aquí la definición de Kant que dice que un enunciado analítico es un tipo de enunciado en el que el predicado se halla contenido en las premisas o sujeto del enunciado en cuestión, luego negar este tipo de enunciados implica no haber comprendido bien el significado de alguno de sus términos.[vi]  

Una característica obvia de este tipo de enunciados es que no nos dicen nada sobre el mundo. Una vez que comprendemos el significado de estos enunciados podemos asumir a su verdad sin la necesidad de tener que recurrir a la experiencia. En cuanto a C, parece que no presentan mayor problemas. Cualquiera puede descubrir en función de la experiencia que los cuerpos caen, que los animales con corazón también disponen de riñones, o que el fuego todo lo consume. Y sin embargo, a los efectos oportunos, los únicos enunciados que parecen presentarse con algún tipo de problemas son los del tipo D, es decir, los sintéticos a priori. Y la razón de ello es por la noción que el término "sintético" introduce en este tipo de enunciados. Es decir, que se trata de enunciados que no pueden negarse desde un punto de vista lógico y cuya verdad no puede extraerse sólo de la experiencia. Tal y como dice Walter Block:

Al no tratarse de enunciados que se basan en observaciones empíricas, tampoco podrán ser falsados recurriendo a la experiencia. Se trata de verdades apodícticas, por su propia naturaleza que sin embargo se refieren de forma íntima al mundo real.[vii]

Con respecto al estatuto ontológico de este tipo de enunciados (sintéticos a priori), existen dos escuelas de pensamiento. Por un lado tenemos a la escuela austriaca, que nos basamos en los escritos de Hoppe, Mises, Rothbard, etc., y por el otro se encuentra el positivismo lógico de la escuela de Viena. Con respecto a esta última escuela la postura puede resumirse como sigue. Un enunciado o bien se aplica al mundo real y en principio es falsificable o verificable por los datos, o no es falsificable o verificable con respecto a la experiencia y, por lo tanto, no nos informa sobre el mundo. Sin embargo, tal y como ha hecho ver Hoppe[viii] esta noción de partida es en sí misma contradictoria, pues si se trata de una mera afirmación empírica, sólo podrá conocerse de forma tentativa y probabilística, pero si se trata de una certeza, entonces no se refiere al mundo real y, por lo tanto, deberá de ser descartada.

Sea el siguiente ejemplo. El enunciado "John estaba en NY a las tres de la tarde almorzando con su novia en el Hilton Plaza," no cabe duda, es de naturaleza sintética, pues en este caso no podemos saber de forma a priori si se trata de una proposición verdadera o falsa. La única forma de saberlo es aplicando este u otro criterio de verificación empírica sobre la base de criterios teóricos dados (supongamos aquí que John fue grabado a la entrada y a la salida por las cámaras de seguridad o que tenemos varios testigos del almuerzo). Según la tesis positivista, la proposición "Alicia fue apuñalada por John a las 6 de la tarde en Los Ángeles" carecería de todo sentido empírico al no poder testearse en función de la experiencia y, por lo tanto, carecería de peso legal a la hora de probar la inocencia de John frente a un tribunal que le acusara. Y, sin embargo, esto no es así. Si partimos de la verdad del primer enunciado, en base a las leyes del silogismo, podemos inferir de forma apriorística que John no pudo apuñalar a Alicia, pues ello contradice el principio lógico que dice que dos cuerpos no pueden ocupar espacios distintos al mismo tiempo. O bien John se encontraba apuñalando a Alicia en los Ángeles a las 6 de la tarde, o bien éste se encontraba cenando con su novia en NY. Estas dos proposiciones no pueden ser verdaderas al mismo tiempo.

Si Quine tiene razón, y la demarcación entre lo analítico y lo sintético no es del todo clara, pues no se puede trazar una línea tajante entre los enunciados de un tipo y los del otro, existirían criterios teóricos de testeo en función de los cuales se podría valorar el valor de verdad empírico de este tipo de proposiciones, y ello no es así. Para que Quine tuviera razón, los enunciados analíticos puros del tipo A = A, que expresan relaciones de identidad, deberían poder testearse en lo real, y ello no parece posible, ¿pues qué tipo de criterios deberíamos de adoptar a la hora de poner a prueba tales enunciados? O expresado de otro modo. Si no se puede trazar un distinción clara entre lo analítico y lo sintético, los enunciados del primer tipo deberían poder informarnos sobre lo real, y ello no es así. A = A simplemente es una tautología, y en cuanto tal, no nos dice nada, ni nos informa de propiedad alguna, sobre el mundo.

Siguiendo a Paul Grice y P. F. Strawson,[ix] decir que A es epistémicamente analítico en cuanto a T es lo mismo que decir que el conocimiento que T tiene del significado de A sirve por sí mismo a la hora de justificar A, de tal forma que, no se requiere de ningún tipo de soporte empírico. Y aquí no parece que una semántica que cumpla un papel conceptual nos pueda proporcionar con un modelo que nos permita saber cómo ello pudiera ser posible. Pues si asumimos como verdaderos los datos relevantes, podríamos argumentar de la siguiente manera:   

1. Si C significa lo que significa, entonces A tiene que ser válido, pues el significado de C es precisamente eso que hace que A sea válido.
2. C significa lo que significa.
por lo tanto
3 A. es válido

Que "soltero," significa "hombre no casado" no expresa una relación de necesidad, sino de "convención" tal y como hemos explicado antes. Es sólo cuando uno conviene que los dos términos son sustituibles entre sí al tratarse de sinónimos, que la relación analítica de necesidad aparece en juego en el sentido de A = A. Tal y como ha hecho ver Scott Soames, el argumento circular de Quine sólo se sostiene si se asume al mismo tiempo las dos tesis centrales del positivismo lógico. Es decir:

1. Todas las verdades necesarias (y todas las verdades a priori) son verdades analíticas.
2. La analiticidad es necesaria para legitimar y explicar la idea de necesidad.[x]

Es sólo cuando se asume en conjunción estas dos premisas que el argumento de Quine sobre la circularidad de la justificación parece sostenerse. La noción de necesidad es de hecho presupuesta por la noción de analiticidad. Por otro lado, tal y como ha hecho ver John R. Searle, de las dificultades encontradas a la hora de explicar la idea de analiticidad apelando a un cierto conjunto de criterios dados, no se sigue que la noción misma se presente vacía de contenido.[xi] Si se tiene en cuenta la forma que se tiene de proceder a la hora de poner a prueba un conjunto dado de criterios dados, es decir, por medio de comparar su extensión en relación con el conjunto de enunciados analíticos, de ahí se seguiría que cualquier explicación que se quiera dar sobre la noción de analiticidad misma ya presupone el hecho de que tal noción se encuentra a nuestro alcance, pues es lo que opera sobre la base cuando realizamos este tipo de operaciones. En palabras de Searle:

La sinonimia se define como sigue: dos palabras son sinónimas si y sólo si éstas tienen el mismo significado; y la analiticidad se define de la siguiente manera: un enunciado es analíticos si y sólo si éste es verdadero en función del significado o por definición. Tales definiciones son las que uno daría a alguien que fuera sumamente ignorante de lo que significan estas palabras y lo que uno quiere saber. Sin lugar a dudas, desde un punto de vista pedagógico, éstas deberían dársele a los estudiantes mediante ejemplos para que estos puedan dominar la técnica del uso de las palabras. Pero el criterio que hemos dado resulta bastante claro: si uno quiere saber si dos palabras son sinónimas entre sí sólo hace falta preguntarse por el significado de las mismas. Si alguien quisiera saber si un enunciado es analítico es necesario preguntarse si el mismo es verdadero por definición o en función de su significado.[xii]  

La noción de necesidad, por lo tanto, no es necesaria para explicar la idea de sinonimia. La pregunta "A significa B" es de distinta naturaleza que la pregunta "A implica B." Mientras que lo primero se determina en función de la sinonimia y el significado al que apuntan esos términos, lo segundo depende de la introducción del operador condicional "si." De esta manera, si "A" significa "soltero," entonces, de manera "necesaria," un hombre soltero es un hombre casado. La prueba de ello es una negativa, y consiste en negar tal intuición. Es porque no nos podemos imaginar un mundo donde los hombres solteros sean hombres casados que la proposición inicial debe de ser aceptada.

Un problema que salta aquí a la vista ha sido puesto de manifiesto por Langford (1942) y More (1942 [1968], pp. 665–6) y comentado por Rey Georges en The Analytic/synthetic Distinction.[xiii] ¿Qué utilidad puede tener un análisis si sólo consiste en proveer de definiciones a determinadas expresiones? Si la función del análisis ha de consistir en esto, entonces su función consiste en proveernos de sinónimos, lo cual es del todo banal y superfluo, pues ello no aporta información alguna. Si "nieto" se analiza como sinónimo de "el hijo de mi hijo," entonces pensar en lo uno no debe diferir en lo fundamental de pensar en lo otro. ¿Cómo podría tal cosa contar como una función analítica? Con esto se acaba en la así llamada "paradoja del análisis," donde un significado es claro y distinto si y sólo si uno puede pensar uno sin pensar el segundo, tal y como ocurre con las ideas de "lucero del alba" y "lucero de noche." Si, por el contrario, uno no puede obrar así y las definiciones preservan el mismo significado, siempre que uno piense el definiedum habrá de pensar el definiens.[xiv]

Conclusión.

Un enunciado es analítico si es verdadero en función de su significado, mientras que un enunciado es sintético si resulta imposible determinar su valor de verdad sin recurrir a la experiencia. De esta manera, "los solteros son hombres no casados," es un enunciado del primer tipo, pues es posible asumir a la verdad de lo enunciado en función del significado de los términos empleados sin la necesidad de recurrir a la experiencia, mientras que "algunos solteros son doctores," es un enunciado sintético pues lo afirmado en el predicado no se halla presente en el sujeto de la oración (los hombres solteros). La circularidad a la que apunta Quine, por lo tanto, es sólo aparente. Para romper este círculo vicioso sólo hay que concluir que la idea de "necesidad" es necesaria para explicar la noción de "analiticidad," pero no la de "sinonimia," que se explica por convención. De tal manera, si "soltero" significa "hombre casado," entonces resulta que el enunciado "los solteros son hombres casados," es un enunciado de tipo analítico, pues lo segundo "implica" necesariamente lo primero.





[i] Willard Van Orman Quine; Two Dogmas on Empirism.
[ii] Rudolf Carnap, Autobiography: §10: Semantics.
[iii] Jerrold J. Katz (2000). "The Epistemic Challenge to Antirealism." Realistic Rationalism. MIT Press.
[v] Ibid
[vi] Inmanuel Kant; Critique of Pure Reason.
[vii] Walter Block, Realism: Austrian VS. Neoclasical Economics, Reply to Caplan.
[viii] Ver Hoppe (1988, 1992, 1997).
[ix] H. P. Grice and P. F. Strawson (April 1956). "In Defense of a Dogma". The Philosophical Review.
[x] Scott Soames (2009). "Evaluating the circularity argument". 'Philosophical Analysis in the Twentieth Century, Volume 1 : The Dawn of Analysis. Princeton University Press. p. 360.
[xi] Searle, John R. (1969). Speech Acts: An Essay in the Philosophy of Language. Cambridge University Press.
[xii] Ibid.
[xiii] Rey, Georges. "The Analytic/Synthetic Distinction The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2010 Edition). 
[xiv] Véase Bealer 1982, Dummett 1991, y Horty 1993, 2007, para una discusión por extenso sobre este problema.

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